Tan naranjas y bellos... |
Al despertar de nuevo desayunamos fieles a nuestros bocatas y batidos de frutas en el mismo puesto callejero de cada mañana. Dimos un paseo hasta un mercado local de ropa y demás de donde huimos despavoridas al preguntar algunos precios y comprobar una vez más que para ellos somos dólares con patas.
Subimos a la colina Phousi donde había un templo arriba, el That Chomsi. El templo no era espectacular pero las vistas sí, así que la subida valió la pena. Además por el camino ibas encontrando estatuas de Buddha en diferentes posturas donde hacíamos la foto de rigor imitando la postura de la estatua. ¡Creo que esto es algo innato en nuestra cultura!
De buda en buda |
¡Este está tan a gustito! |
De ahí bajamos por el otro lado de la colina, dimos un paseo por el río y nos comimos una de nuestras adoradas sopas, ésta aderezada con pasta de cacahuetes. Aquí los frutos secos son la estrella de cada plato, los ponen hasta en la sopa (¡nunca mejor dicho!)
Seguimos caminando y decidimos hacernos un masaje en el centro de la Cruz Roja. La experiencia nos dejó indiferentes porque los masajistas no pusieron ni energía ni simpatía, al contrario, parecía que les había molestado nuestra llegada, ya que estaban viendo una telenovela. En fin, todo por una buena causa.
De ahí volvimos a la calle principal y, en el puesto donde desayunamos, nos comimos el mejor crepe imaginable, de chocolate y plátano, mientras hablábamos con unos estadounidenses de Filadelfia. Nuestro Sleeping Bus salía a las ocho, así que todavía tuvimos tiempo de dar una vueltecita más por el mercado nocturno, que a las cinco ya lo tenían todo montado.
Seguimos caminando y decidimos hacernos un masaje en el centro de la Cruz Roja. La experiencia nos dejó indiferentes porque los masajistas no pusieron ni energía ni simpatía, al contrario, parecía que les había molestado nuestra llegada, ya que estaban viendo una telenovela. En fin, todo por una buena causa.
De ahí volvimos a la calle principal y, en el puesto donde desayunamos, nos comimos el mejor crepe imaginable, de chocolate y plátano, mientras hablábamos con unos estadounidenses de Filadelfia. Nuestro Sleeping Bus salía a las ocho, así que todavía tuvimos tiempo de dar una vueltecita más por el mercado nocturno, que a las cinco ya lo tenían todo montado.
El bus preferido de fresita |
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