27 agosto 2013

Día 16: Vientiane

En el bus cama habíamos conocido una pareja de Bilbao, así que decidimos compartir tuk-tuk al centro, ya que la estación de autobuses del norte (Northern Terminal) estaba un poco alejada. Allí los conductores no negocian un pelo: fueron 20.000 por persona, sin importar si llevaba a dos o a seis.

Hoy le pegamos al English Breakfast
Nos dejó cerca del río (el Mekong una vez más) y allí es donde estaban todas las Guesthouses y hoteles. Así que con nuestros nuevos amigos fuimos preguntando precio y viendo habitaciones, hasta que encontramos una bien de precio (70.000 kips la doble) y con baño dentro: la Soukchaleun Guesthouse. No os la recomendamos, tras nuestra estancia allí llegamos a la conclusión que era el peor hostal del viaje. Las camas tenían todos los muelles salidos, había algo que te picaba (¿chinches quizás?) y el baño olía mal y se encharcaba todo el tiempo.

Desayunamos y fuimos caminando bajo el sol abrasador a la oficina de turismo, que resultó que abría en un par de horas, así que nos metimos en un centro comercial donde te morias de frío por el aire acondicionado. Tenía dos plantas cerradas y sólo había movimiento en la zona de las joyas, una planta entera, allí se apiñaban familias enteras en los mostradores probándose sus oros.  A nosotras, que si nos das a elegir entre un anillo de rubíes y una sopa de noodles, nos quedamos con la sopa sin dudarlo un segundo, todo ese espectáculo nos parecía curiosísimo.

Mar y el mapa  
Salimos a la calle ya con ganas de un poco de calorcito y en un puesto callejero nos comimos una especie de crepe o tortilla con verduras ¡muy bueno! Contentas por haber acertado con la comida, nos dirigimos una vez más a la oficina de turismo, donde entablamos conversación con un señor japonés muy sociable. Nos dieron el mapa de la ciudad y nos explicaron lo más importante para visitar en Vientiane. Cabe decir que la oficina de Turismo está cerrada los fines de semana y festivos.

Volvimos al hostal admirando los edificios gubernamentales y el palacio presidencial (enormes) además de templos y más templos budistas.

Nos hicimos una siesta que se nos fue de las manos y cuando nos despertamos era ya casi de noche.
¿un pinchito?
Duchadas, rociadas en spray anti-mosquitos y con el hambre que deja una gran siesta, caminamos hasta el mercado nocturno de comida callejero, el Vangthong Night Market. Allí lo probamos casi todo, lo mejor fueron los pinchitos de hígado de pollo y unos dulcecitos de coco y maíz. ¡Qué bien comen en este país!
Nunca nos cansamos de probar nuevos sabores


Una Lao beer y buenas vistas
De ahí fuimos al mercado de souvenirs a lo largo del río y de ahí a hacernos una Lao beer en la terraza del bar más de moda en la ciudad, el Bor Penyan, donde se mezclan laosianos, extranjeros que viven en la ciudad y viajeros. Muy buen ambiente y excelentes vistas del Mekong, con Tailandia al otro lado del río.

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