08 agosto 2013

Día 5: Battambang

En vez de curso de cocina deberíamos hacer uno de fotografía
Nos despertamos a las siete, y es que nuestro reloj biológico ya estaba acostumbrado al ritmo de vida camboyano, que comienza cuando sale el sol, a eso de las seis. Desayunamos algo y a las siete y media estábamos ya en el Smoking Pot, un restaurante local donde hacen cursos de cocina por diez dólares. Un buen precio, ya que en el resto del sureste asiático estos cursos no son precisamente una ganga.

El dueño estaba somnoliento y parco en palabras, cosa que nos hizo dudar sobre sus dotes de profesor de cocina. Pagamos y nos dijo que volviéramos a las nueve. Dimos un paseo por el río mientras admirábamos la arquitectura colonial francesa y los plácidos jardines. Cuando volvimos, puntuales a nuestra cita y deseosas de aprender, nos encontramos a nuestro chef camboyano ya con todo preparado, lleno de energía y con una sonrisa enorme, además de una risa contagiosa que tendría apariciones estelares durante toda la mañana.

Con nuestros compis de clase
En el curso estaban también una pareja belga con sus dos hijos preadolescentes y enseguida éramos todos un equipo muy compenetrado además de alumnos aplicados. Antes de poner las manos en la masa, nuestro master chef nos llevó al famoso y concurrido mercado de Battambang, donde hizo la compra para nuestra clase. Volvimos al restaurante y allí aprendimos a cocinar dos platos típicos: el Lok Lak y otro de pescado, Fish Amok. Obviamente nos comimos nuestras creaciones y además nos dieron un libro de recetas. ¡Qué más se puede pedir!

Versión creativa del Lok Lak
Fish Amok, ¡delicioso!
La subida a la montaña valió la pena...

Tras despedirnos de nuestro masterchef y la familia belga negociamos un tuk-tuk (8$) para que nos llevara a Phnom Sampeau , donde se pueden visitar las llamadas Killing caves y unos templos budistas en lo alto de una colina. Hay que pagar dos dólares a la Tourist police y, ¡ala! a subir se ha dicho. Nos costó un poco la subidita ya que fuimos en hora punta de calor, pero las vistas una vez arriba merecían la pena el sudor.

Las killing caves nos daban mucho respeto
Teníamos la ilusión de hablar con algún monje, ya que habíamos leído que les encanta practicar su inglés con los viajeros pero debían estar todos echando una siesta porque no vimos ni una túnica naranja.
Sin embargo, la visita a las cuevas nos impresionó, ya que habíamos leído que los jemeres rojos, durante los años del genocidio que estuvieron en el poder, mataban a los civiles a porrazos y los tiraban por las cuevas abajo de la montaña. En la gruta hay un buda y una urna con  huesos y calaveras de las víctimas.

Ya una vez de vuelta a Battambang descansamos un poco, nos acicalamos mochileramente y ¡nos fuimos al circo! Tuvimos la suerte de estar en Battambang un lunes, uno de los días junto con el jueves y el sábado que había función en el Phare Ponleu Selpak, un centro social donde se ofrece la posibilidad a niños y jóvenes de salir de la pobreza y formarlos como artistas: acróbatas, músicos, pintores, etc. Por diez dólares puedes asistir a una función de los alumnos de la escuela y, creednos, son los diez dólares mejor gastados del viaje. Esos niños actuaban, bailaban y hacían acrobacias como auténticos profesionales. Al finalizar la función nos dijeron que dos de ellos ya habían sido reclutados por el Circo del Sol !no es para menos!

Volvimos al hotel dando un paseo, ya que hacía una noche estupenda y con la esperanza de encontrar un poco de ambiente en el roof top. Tuvimos la misma suerte que la noche anterior, así que una Angkor fresquita y a la cama.





2 comentarios:

Mastroianni dijo...

Ohhh, muy buen reportaje del dia en battam.... no se que!

Nos teneis que ensenyar como hacer esos platos que tienen super buena pinta!

Por cierto, las fotos son demasiado grandes y cubre un poco las letras y dificil leer, quiza debeis cambiar?

besos a las dos

Anónimo dijo...

Qué buena pinta por favor!!
A ver si nos deleitáis con estas exquisiteces cuando nos veamos...que será muy pronto!!!
Fa