13 agosto 2013

Día 8: Phnom Penh

El día empezó mal, ya que Mar seguía con problemas de estómago y para colmo fue a echar mano de unos dólares que tenía guardados en la mochila y se dio cuenta que habían desaparecido. No lo había mirado desde el comienzo del viaje así que no sabíamos donde había podido ocurrir el robo. En fin, consejo: llevad siempre todo lo de valor encima o dejadlo en las cajas fuertes que ofrecen los hoteles.
Palacio Real y palomas reales

Nos tomamos el segundo día en la capital camboyana con calma, en parte por la situación estomacal de Mar y en parte porque queríamos cogerle el pulso a la ciudad desde la perspectiva de la rutina diaria de sus habitantes. Phnom Penh es una ciudad en proceso, esa es la impresión que nos dio. Que va dando pasos agigantados hacia el progreso. Un progreso quizás mal entendido representado por los hoteles de lujo, coches grandes y comida rápida. A pesar de todo, sigue manteniendo su esencia. Vimos que, siendo una gran urbe, se puede llegar caminando a los sitios, aunque caminar no es una práctica común porque las aceras son inexistentes y todo el mundo va motorizado.

Dimos un paseo por la zona del río admirando la Silver Pagoda y el Palacio Real y sonríéndoles a todos los monjes naranjitos (bautizados por nosotras como "buditas") que nos encontrábamos por el camino. A Mel le parecían todos de una belleza no terrenal.
      Orillas de Mekong y su ambientillo, al fondo hacen aerobic
Desde allí decidimos volver al mercado central (¡qué nos gusta un mercadillo!), compramos frutas exóticas y comimos en un sitio típico de los trabajadores occidentales en Phnom Penh. Para reposar la comida y porque nosotras lo valemos entramos en una peluquería a hacernos una limpieza facial, que veíamos que era bastante común en el lugar. Así que, por dos dólares cada una, nos tumbaron en un sofá que te masajeaba la espalda y nos limpiaron la cara con masaje facial y lavado y secado de pelo incluidos.

Salimos de allí renovadas y con los poros abiertos dispuestos a conquistar toda la polución del tráfico mezclada con el sudor onmipresente una vez sales a la calle.
Volvimos a descansar al hostel y ya por la tarde cuando el calor no castigaba tanto fuimos a una ONG llamada Daughters of Cambodia donde trabajan chicas jóvenes víctimas de la explotación sexual. Esta organización es una salida para ellas, haciendo artesanía, cocinando, dando masajes, manicura, etc. Para colaborar y como no, porque nosotras lo valemos, decidimos hacernos un masaje de pies.

La felicidad tiene imagen
De allí nos fuimos al rooftop de un hotel a tomar una cervecita mirando el Mekong y a la gente haciendo aerobic en el paseo marítimo. Allí llegó el monzón y cuando amainó un poco cogimos un tuk tuk para admirar las impresionantes vistas nocturnas desde la terraza del piso 23 de la Phnom Penh Tower.
Aunque el Eclypse Sky bar estaba cerrado por la lluvia al menos pudimos hacer alguna fotillo interesante y decidir que algún año podríamos celebrar un cumpleaños o el millón de seguidores ¡por todo lo alto!. Así que id ahorrando para el pasaje que estáis todos invitados.

Desde la terraza del Eclipse ¡con estas vistas celebraremos el millón de fans!
Volvimos a nuestro barrio cerca del río y descubrimos un bar local lleno de camboyanos donde servían el mejor pollo frito de la ciudad. Lo completamos con un mango lassi en un restaurante indio. Y así, tan bien comidas y masajeadas terminó bien un día que había empezado mal.

A la mañana siguiente nos esperaba un largo camino en bus hasta las 4000 islas, ya en Laos. Partíamos a las 6.30 así que tocaba activar la llamada del islam.

1 comentario:

Maruja dijo...

Hola Elena, te prometí que te seguiría pero he estado en el balneario quince días y me he desconectado de este aparato. Me alegra que lo estés pasando tan bien en tu viaje. Un beso grande.